De la palabra escrita al cuerpo. Entrevista con Mariana Hartasánchez

Sobre el tiempo en el encierro

Ha sido bastante difícil para los creadores teatrales, porque todos los espacios han estado cerrados desde marzo; se pospusieron muchos proyectos. A partir de esta semana se reabren los foros con todas las medidas sanitarias, incluso estaban diciendo que los actores van a tener que tomar distancia. Todas las escenas íntimas van a tener que modificarse a raíz de las indicaciones de la Secretaría de Salud. Estas complicaciones han cambiado los patrones de trabajo y nos han hecho reconsiderar nuestra labor: qué es lo que estamos haciendo y para quién lo estamos haciendo. Pero lo que tenemos certeza es que nuestro arte es presencial y necesitamos regresar a los escenarios.


Sobre los procesos creativos en los últimos meses

Es extraño, al principio tuve como una pulsión creativa muy despierta, estuve escribiendo cosas sobre lo que está ocurriendo. Pero después llegué a una especie de pasmo extraño que, me imagino, fue generado por la incertidumbre. Yo que me dedico principalmente a la dramaturgia, siempre hay una sensación de que en algún punto todo lo que estás escribiendo va a trasladarse a la escena. De una transcripción de la palabra escrita al cuerpo. Entonces, al no poder escuchar a mis actores, al no poder ver cómo suenan los textos, empecé a sentirme bloqueada. Como que no tenía esa parte del proceso que es fundamental para nosotros. Se está moviendo el mundo entero, la recepción de la literatura ya no es la misma, me imagino que escribes poesía y dices: bueno, esto que estoy escribiendo qué tipo de cabida tiene en el mundo que se está empezando a organizar, esto es una cosa de capitalismo voraz, qué cabida va a tener. Todo ha generado que nos sintamos un poco bloqueados.


Sobre los cambios en el teatro

Yo creo que, y disculpa por usar esa palabra de moda, se va a volver resiliente. Espero no estar siendo ingenua al pensar esto: yo creo que vamos a necesitar el contacto humano, porque se va a volver mucho más difícil de encontrar. A lo largo de todos estos meses nos han insuflado un espantoso terror al otro. Todos los seres humanos son armas biológicas a punto de estallar y entonces tenemos que caminar del otro lado de la banqueta y si no, traer el cubrebocas, y no sabemos qué tanto y qué tanto no. Tenemos el bombardeo de las redes y solamente nos estamos poniendo en contacto con los demás a distancia. Nos estamos forzando a mostrar la pura fachada de lo que somos y a polarizar nuestras opiniones, no hay medias tintas. Parece que solo tenemos que estar a favor o en contra de todo lo que se nos muestra en internet. Y el teatro, justo lo que hace es complejizar las cosas, forzarte a apagar el celular, a pararte hora y media, a escuchar una historia de la cual no puedes sacar conclusiones definitivas o polarizadas. Entonces, yo quiero pensar que la gente naturalmente va a necesitar esos cuestionamientos. De repente estás sentado junto a otro que se ría y te contagia esa risa, involucrarte con una historia que sabes que es para ti nada más, porque es irrepetible. Algo pasa en el teatro que, aunque tengas una temporada de cincuenta funciones, cada función depende de los espectadores que están ahí. Espero que sea el garbanzo de a libra y que nos volvamos los creadores teatrales más sensibles ante la responsabilidad que tenemos por estar presentes.


Sobre lo que vendrá de ahora en adelante 

De pronto pienso que quisiera que no cambiara nada. Que dejáramos de tener miedo, recuperar el ritmo; no normal, pero quisiera que el miedo se extinguiera. Lo que me preocupa mucho es que esta es una especia de preámbulo de lo que viene. Muchos filósofos han hablado de esto y hablan también de las tácticas terroristas que también ya están completamente asimiladas y asumidas. Lo triste es ver que uno realmente cayó en el juego y que cada vez vamos a estar mucho más apegados a la tecnología y que parece que ya no concebimos nuestro día a día sin echar nada más una mirada voyeurista al Facebook. Sabemos que es una trampa, pero aún así entramos gustosos en ella.

Quisiera que hubiera alternativas, que de manera progresiva pudiera aparecer una especie de disidencia que todavía no veo y que tendrá que existir, porque si no, las insatisfacciones propias del capitalismo se van a hacer radicales. Sentimos que tenemos que competir con el otro, tenemos que ser mejor que el otro, tenemos que sacar un pódcast, tenemos que sacar un video de YouTube, que nos tenemos que hacer visibles, que tenemos que tener cincuenta millones de seguidores, y que tenemos que hacer malabares y además cantar y escribir mejor. Este afán competitivo terrible aniquila la creatividad y aniquila lo que es connatural de la escritura, de la pintura, del teatro. Uno tiene que mirar hacia adentro y con este bombardeo es muy difícil hacerlo, entonces lo que deseo es que el arte nos brinde un refugio.


Sobre la charla con Jorge Smythe y Gabriel Hörner

Me siento muy contenta porque son personas muy queridas. Gabriel Hörner es nuestro santo patrono aquí en Querétaro, es maravilloso. Él es el director del Museo de la Ciudad de Querétaro y desde que abrió sus puertas tenemos la oportunidad de hacer y deshacer lo que queramos. Obviamente respetando el exconvento, pero nos da muchísima libertad. Él acepta que uno haga trabajos interdisciplinarios y nos sentimos muy protegidos. Me encanta la posibilidad de que podamos hablar sobre teatro. Jorge es un colega muy querido que se dedica al teatro para niños. Creo que puede estar muy sabroso después de tanto tiempo de no vernos. Vamos a poder estar los tres en el mismo espacio, aunque todos los que nos van a ver no van a estar ahí, pero por lo menos.


Sobre cómo podemos apoyar al teatro en la actualidad

En el momento en el que se abran los espacios, con todas las medidas y todo el protocolo sanitario, que la gente vaya. No de manera obligada, sino que sepan que van a encontrar algo único, especial y ancestral que los acerca mucho a lo que somos, es un verdadero espejo que ahora es muy necesario.