¿Escrituras migrantes o migrar de escritura?

El salir de tu lugar de origen, tu terruño; ser expatriado por cuestiones políticas, abandonar el sitio donde creciste debido a la crisis, pueden ser algunos de los motivos que pueden obligar a una persona a migrar en busca de un futuro promisorio. Sea cual sea la razón por la que fuese necesario partir y así hallar la salvación en un espacio desconocido, este hecho puede ser traumático y cambiar rotundamente la forma de ver el mundo de cualquier individuo, lo marca con una llaga que lo perseguirá de por vida. Para hablar sobre ello, Karina Sainz Borgo, Marco Sifuentes y el narrador boliviano Edmundo Paz-Soldán expusieron sus puntos de vista sobre el sujeto migrante en relación a su trabajo creativo.

Sainz Borgo, inmigrante venezolana en España, interpreta el éxodo de su país como algo resituado, en especial con la condición de refugiados de varios de sus compatriotas. Para ella es ineludible la sensación de que algo anda mal a donde sea que vaya y eso la persiguió por mucho tiempo, evidenciando el trauma que dejó su huida al exterior. “Venezuela no migraba –añade luego–; parecía tan lejana la crisis que se convirtió en una especie de Cassandra: toda la gente pronosticaba la crisis política y económica, pero nadie les creyó. Eso se pudo evitar, aunque fue tarde la reacción”. Sainz Borgo supone, en su condición de migrante venezolana, que lidiar con una crisis que parecía que iba a pasar pronto es sumamente complicado. Sin querer, dicha complejidad terminó trasladándose a su escritura, mutándola con el paso de los años hasta hacerle percatar de que escribe mucho mejor al asimilar el lenguaje del otro, en un ejercicio de empatía en la que se pone dentro de la piel de los desplazados, víctimas de esta mudanza radical.

Marco Sifuentes, periodista peruano, analiza por otro lado la reciente crisis migratoria venezolana y de otros países de Latinoamérica. Se sabe que hubo una crisis medida en comparación con países de Europa, un trance que en el Viejo Continente hubiese sido impensable e irrisorio, como el hecho de aceptar a casi medio millón de extranjeros para que ingresen a un país sin mayor problema. Una situación que para otros países sería una locura. Pero sucedió en Perú. Y esto trajo efectos catastróficos en el choque que representa el que venga del exterior una cultura con afanes e idiosincrasias distintas al común de la gente que habita en esta región. Recuerda las frases de Trump queriendo poner un muro para que no entren más mexicanos a EEUU y lo compara con un alcalde de un distrito de Lima que quería cercar todo con rejas para evitar que personas ajenas al distrito entren. Así de ridículo e irónico como una experiencia personal de Sifuentes en Madrid, donde miran a los peruanos con recelo. “Tengan cuidado que por ahí hay mucho peruano”, contó entre risas lo que le dijo un taxista español cuando el periodista visitó Madrid por primera vez. Para la anécdota… Considerando que existe cierta “normalidad” estipulada, que no se hallará en el país a donde se emigra. “Siempre serás un alien –incide Sifuentes– tanto en el hecho de ser estigmatizado como en el asumir tu propia normalidad de otra forma, que debe ser acorde a lo que exige ese nuevo espacio al que llegas”.

El reconocido e internacional Paz-Soldán fue más puntual y enfático sobre el tema de las migraciones (dado que varios textos suyos son representación de su experiencia como autoexiliado y residente en EEUU). Expresó, en primer término, lo curioso de la migración de Bolivia hacia Argentina y cómo puede afectar realmente el panorama político de todo un país un aparentemente pequeño 4% de inmigrantes bolivianos en Buenos Aires. “Ese 4%, radicado ya en la capital es suficiente para definir una elección política en ese espacio que ocupan”, resalta el narrador nacido en Cochabamba. De ahí situaciones extremas que se dieron en Argentina a partir de esta explosión migratoria del país altiplánico y el racismo imperante que surgió a partir de dicho fenómeno. EEUU fue el gran país de los migrantes por un tiempo, todos querían ir allá, hasta que la realidad puso un stop. Él sintió eso de diversas formas. En La materia del deseo (Alfaguara, 2001) se pone de manifiesto la inmigración personal del autor, ese autoexilio al que se sometió pata exiliarse también de su estilo literario, hasta entonces de corte realista. En la novela Norte (Mondadori, 2011), Paz-Soldán experimentó con diferentes registros lingüísticos, ya que dos de sus personajes son mexicanos, teniendo que manejar así otros códigos con una mirada más abierta para abordar esas idiosincrasias tan diversas. Ser migrante implica enfrentarse a retos como los que afrontan autores latinoamericanos que quieren publicar en EEUU (allá no aceptan escritores que escriben en español). Destaca el papel de escritores como Cristina Garza y el peruano Daniel Alarcón, radicados hace años en la tierra del Tío Sam.

En una conversación más personal con Paz-Soldán, este explicó en cierta forma los cambios en su identidad como escritor a raíz de su condición de migrante y ciudadano radicado en EEUU. Ahora él hace ciencia ficción. “Tuve una crisis personal con la literatura (no podía escribir), así que volví a los géneros populares y lo que me atraía de más joven (policial, ciencia ficción, lo fantástico). Cuando eres mayor tienes ya otra perspectiva de esos géneros (…) La ciencia ficción te permite explorar, tener una dimensión más cósmica pero seguir conectado a la tierra. Huxley, Ballard, Orwell son voces críticas ante sistemas totalitaristas y que inciden en ese punto de conflicto que están presentes en la realidad (…) El futurismo me sirve como una forma de extrañamiento, dejar el presente para afincarme en otro paisaje y desde ahí hacer que el lector se cuestione y diga ‘vaya, si esto está pasando hoy’; sea extrapolando un tema y radicalizándolo para hacerlo más visible. Ya con El delirio de Turing hubo un coqueteo con el género, aunque la novela se inclinó más hacia lo policial y detectivesco”. Se diría que Paz Soldán como migrante pudo abordar muchos temas relacionados a su experiencia, pero tuvo más bien la oportunidad de migrar de género y hallar en la ciencia ficción una posibilidad para (como él mismo señaló durante el conversatorio) “dejar de estancarse en una parcela de tierra para darse cuenta de toda la dimensión de problemas que hay afuera”. Y esa es la dimensión a la que debemos arribar para tener una visión menos sesgada, más precisa, del mundo en que vivimos.